Nuestro Pequeño Paradiso: reconstruyendo la historia de los viejos cines sanjuaninos
- German Rodriguez
- 14 nov 2024
- 3 Min. de lectura
“Tal vez hablen de cowboys, cuatreros e indios el resto de la semana, y los niños jueguen al sheriff en los recreos. Tal vez el drama deja tocado al pueblo, que vea en las heridas de la ficción, reflejado su sufrimiento y los sensibilice en otros. Tal vez los sustos de la terrorífica producción, los sensibilice en otro sentido, pronto a gritar de miedo ante la primera puerta que se cierre de repente por una mala oleada de viento. Tal vez, el highlight sean las escenas a blanco, de los papelitos metidos en la cinta, para los recortes caseros que las mujeres de los anotadores supieron conseguir.”
En la búsqueda de compilar la historia del cine en la provincia, fue que encontré esta historia. Una historia que es la de mis padres, las de mis tíos y la de mis abuelos, que impulsaron desde joven mi gusto por el séptimo arte. Una historia que hace tiempo parece que nos olvidamos de contar, pero que llena los ojos de lágrimas de aquellos que respondieron a mis preguntas con sus recuerdos: la historia de los cines de barrio.
Porque el cine de barrio supo ser mucho más que el simple entretenimiento para niños que implicaba la proyección de películas. Era un fenómeno social que trascendió el espectáculo público que se proponía ser y se convirtió en un espacio de encuentro y de construcción comunitaria. Un lugar donde familias y amigos se reunían, y donde una suerte de tejido social de la provincia se fortalecía con cada proyección.
Mi reciente investigación realizada sobre los cines en San Juan durante la década del sesenta, que espero pronto poder hacer pública, si bien originalmente se propuso tan solo mapear las antiguas salas y espacios de proyección en toda la provincia, terminó por hacer mucho más; terminó por mapear las historias de sus asistentes. Hoy, el trabajo no se propone tan solo ser un foco en la investigación geográfica histórica, sino también destacar la importancia de estos sitios como elementos clave en la identidad y cultura local, y en el rol social de las comunidades.
En algún punto de ese camino me resultaron insuficientes los artículos científicos fríos, y me atreví a ponerle voz a estas historias en una pequeña columna radial titulada “Luz, cámara e investigación”, que se emitió durante el primer semestre de 2024 en Radio Sarmiento. Siendo honesto, catorce espacios resultaron pocos; cada historia parecía tener vida propia y traía consigo otras historias más.
En lo que al trabajo científico respecta, el estudio realizado ofrece un primer mapeo histórico de las salas de cine en San Juan y, en particular, de los cines de barrio, durante toda la década del sesenta. Este mapeo fue posible gracias a un minucioso trabajo de recolección de fuentes documentales, entrevistas, diarios, pero sobre todo, gracias a la memoria de aquellos que vivieron la época dorada del cine local.
La riqueza está en estos últimos, y en sus historias de vida atravesadas por estos cines de legalidad y permanencia inciertas, reflejaron el deseo de la comunidad de tener acceso a la cultura cinematográfica de una manera propia y adaptada a sus posibilidades. Espacios a veces improvisados, de cines en clubes deportivos, uniones vecinales y demás espacios comunitarios. El cine de barrio fue un fenómeno de cohesión social, que estimulaba el encuentro semanal en cada rincón de San Juan, de jóvenes, adultos, ancianos y niños que esperaban el fin de semana para ver la película del día.
Esta, una de las diversas propuestas que forman parte de mi investigación en CONICET, ha sido una de las actividades más enriquecedoras que he tenido como investigador. Al margen de la pretensión de reconstruir, al menos a través del mapa, una geografía cultural perdida a la historia, ha sido una verdadera reivindicación de las historias de vida que allí sucedieron; creo que pone en valor la investigación en la preservación de nuestra memoria colectiva.
Espero que este proyecto, que aún se encuentra abierto, abra la puerta a futuras investigaciones; como ya viene haciéndolo al promover el descubrimiento continuo de nuevos espacios y experiencias que se suman cada vez que hacemos pública esta investigación, enriqueciendo aún más el trabajo, y generando una imagen cada vez más clara del cine que supimos tener y construir. Un cine que hemos también, sabido perder.
Creo firmemente, que a pesar de todos estos datos, el aporte más valioso ha sido promover la recuperación de la memoria de aquellos espectadores, ahora adultos o ancianos, que cada semana esperaban el ritual de la proyección. No son más que un recordatorio de que el cine, más allá de ser un arte, es un vehículo de encuentro, identidad y comunidad, uno que merece ser recordado, preservado y valorado en la historia cultural de la provincia. Un valor que como investigadores, debemos conservar.
Comments