Raíces y futuro: el valor de la educación técnica en la provincia de San Juan
- Valentina Romo
- 14 nov 2024
- 4 Min. de lectura
La escuela Agroindustrial de 25 de Mayo es un espacio formativo que empodera a los jóvenes para enfrentar los desafíos del campo, fortaleciendo la identidad de la comunidad agrícola y ofreciendo a las nuevas generaciones un futuro de oportunidades.
A 45 minutos de la Capital de San Juan, en Las Casuarinas, 25 de Mayo, se encuentra la Escuela Agroindustrial, un espacio formativo que cuenta con cinco hectáreas donde los jóvenes de la región buscan obtener conocimientos y habilidades técnicas en producción agropecuaria e industrialización de alimentos. El sistema educativo técnico enfrenta una falta de recursos, y el acceso limitado a tecnologías avanzadas dificulta la formación de los estudiantes. ¿Qué rol ocupan los docentes en un establecimiento donde, según un relevamiento de la propia institución, el 97% de los alumnos decide no ir a la universidad?
En la Escuela Agroindustrial de 25 de Mayo, los estudiantes cursan siete años, un año más que en las demás secundarias que existen en el departamento. En ese tiempo, adquieren habilidades en diferentes aspectos de la agroindustria local, desde la cría de animales y el cultivo de vegetales, hasta la elaboración de productos como dulces y conservas. La enseñanza se orienta a formar técnicos de nivel medio en la industria alimentaria local. En San Juan se desarrolla la agroindustria y subproductos de la vid, el olivo y el pistacho en 25 de mayo. Esos son los procesos en los que el establecimiento hace foco.

Lorena Millán es docente de química con más de 15 años de experiencia en esta escuela. La institución se encarga de guiar a los alumnos en el aprendizaje de la industrialización de los alimentos. “La gestión de los insumos para las prácticas es lo más difícil. Se hacen pequeñas compras con lo que se recauda de la venta de los productos y otras veces los mismos docentes son los que colaboran para obtener los insumos y poder hacer la práctica”, explica la docente en referencia a las dificultades que enfrenta la institución.
“Generalmente, los chicos empiezan a trabajar después de terminar la escuela”, relata Lorena. La institución brinda una educación técnica que les permite a los jóvenes acceder a puestos de trabajo en el sector agroindustrial, aunque muchos de estos empleos son por temporada.
En el contexto actual que vive la educación, los presupuestos son acotados. La escuela no está exenta de esta realidad, la falta de inversión estatal ha llegado al punto que incluso los insumos básicos, como tizas o marcadores, escasean. “Hablar de herramientas, drones o insumos, es prácticamente una utopía”, comenta Lorena. La institución participa de proyectos y concursos todo el tiempo para tratar de incorporar nuevas herramientas y tecnología.
Un ejemplo destacado es el proyecto “Produciendo Nuestros Alimentos”, la idea apunta al desarrollo de una harina a base de vegetales, en esta primera fase se utilizaron acelgas y brócolis. La iniciativa fue presentada en el concurso Innovación Educativa organizado por la Fundación Grupo Petersen; la escuela obtuvo el primer puesto. El premio fue una inversión de dos millones de pesos, que se utilizará para obtener un horno deshidratador con el que se busca ampliar el alcance del proyecto y utilizar otras verduras como habas, arvejas y repollo. Este premio representa una inyección de recursos muy valiosa para la institución, que contribuirá a mantener vigente el proyecto y la enseñanza práctica en otras áreas.
Además, cada año la escuela organiza una muestra para exhibir a la comunidad todos los productos y avances en proyectos realizados por los alumnos y el cuerpo docente, esta iniciativa fomenta el vínculo con la comunidad y resalta el valor de la educación técnica.
La actualización de la metodología representa otro obstáculo para el establecimiento educativo, ya que su efectividad depende en gran medida de la formación continua y de las capacitaciones a las que puedan acceder los docentes. Frente a esto Lorena resalta que “afortunadamente el cuerpo docente que trabaja en la escuela tiene mucha gente joven; son profesores que están en permanente capacitación porque están iniciando su carrera y eso nos nutre a todos”. Aun así reconoce que el estilo educativo sigue siendo mayormente tradicional y que la incorporación de nuevas metodologías es limitada por la falta de recursos.
El mayor desafío que encuentran los docentes en este contexto es lograr que los alumnos se motiven y comprendan la relevancia de su formación en este presente de incertidumbre laboral. A medida que el mercado laboral y las tecnologías evolucionan, el cuerpo docente de la Escuela Agrotécnica debe adaptar los contenidos para que mantengan su vigencia y utilidad para los jóvenes.
Según un relevamiento realizado por la propia escuela el 97% de los estudiantes rurales egresados busca trabajo al finalizar sus estudios, mientras que sólo un 3% decide seguir la universidad. Para los egresados que deciden continuar con sus estudios, la oferta en 25 de mayo ha crecido en los últimos años. La Universidad de Congreso (UC) cuenta con una sede en el departamento que ofrece programas de capacitación y un Instituto Superior que, por el momento, dicta el profesorado de tecnología. Además, la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) en convenio con la Municipalidad de 25 de Mayo ofrece cursos de robótica e impresión 3D, lo que amplía las opciones para los alumnos interesados en continuar con su formación. Algunos estudiantes deciden incorporarse a las fuerzas de seguridad, la policía o el servicio penitenciario, y otros se inclinan por la docencia.
A pesar de las dificultades, el compromiso de la Escuela Agroindustrial de 25 de Mayo y su cuerpo docente se mantienen comprometidos con la educación. Este enfoque integral, que va más allá de la transmisión de conocimientos técnicos, les da a los estudiantes las herramientas necesarias para desarrollarse en un mundo en constante cambio. Promover la autonomía y la adaptabilidad es clave para su éxito, ya que no solo aprenden a manejar la tecnología y las técnicas agroindustriales, sino también a pensar críticamente y adaptarse a los desafíos que puedan surgir en sus carreras y en sus vidas.
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